Dos economistas conversan sobre la necesidad o la conveniencia de políticas públicas para diversificar la economía. Aquí el diálogo entre Maynardo (M), a favor, y Adamo (A), en contra.
M: Me preocupa que el nuevo gobierno vaya a abandonar la iniciativa para promover la diversificación productiva. Si no le ponemos nuevos motores al crecimiento, éste se reducirá a niveles muy bajos cuando se acabe el impacto de los proyectos mineros en marcha. Este año estaríamos creciendo por debajo del 2% si no fuera por la inercia que arrastran estos proyectos.
A: ¿De qué hablas mi querido Maynardo? Si queremos acelerar el crecimiento de manera sostenida, entonces lo que se requiere es mejorar el clima de negocios. La economía peruana lo que requiere es de más inversión privada y para eso se necesita de un shock de confianza, no de más intervención estatal. Como bien ha dicho el Ministro Giuffra la diversificación productiva la hacen los empresarios, no la hacen los burócratas.
M: ¡Suave Camay! Nadie ha planteado que la diversificación productiva, que se materializa a través de inversiones en nuevos sectores, la hagan los burócratas. ¡Qué te pasa! Hace más de un cuarto de siglo que en el Perú existe un consenso en que el motor del crecimiento es la inversión privada. Lo que necesitamos es de políticas, bienes y servicios públicos complementarios a la inversión privada, que faciliten el flujo de capital hacia nuevos sectores y hacia regiones pobres del país. No deberíamos abandonar el Plan Nacional de Diversificación Productiva (PNDP) solo porque fue una iniciativa del anterior gobierno.
A: ¡PNDP! Un nombre pomposo para reintroducir la política industrial en el país. Ni la Revolución Industrial ni el desarrollo de los Estados Unidos en el siglo XIX fueron productos de la intervención estatal. En palabras de Gary Becker “la mejor política industrial es aquella que no existe…” pues ningún burócrata iluminado puede sustituir la eficiencia del sistema de precios en orientar la innovación empresarial. Recuerda, además, la desastrosa política industrial de los años 70 y 80 en el Perú.
M: Adamo, no necesitamos de un fundamentalismo de mercado cuasi panfletista. Nadie está planteando volver a crear empresas públicas, hay que corregir fallas de mercado, promover actividades que generan externalidades positivas, como la innovación; facilitar la asociatividad en una economía donde priman las microempresas; identificar y corregir las ausencias de Estado que inhiben la inversión privada. Se debe velar por los derechos de propiedad, brindar seguridad y proveer bienes públicos como infraestructura.
A: ¿Fallas de mercado? Ustedes los “progres” siempre están buscando fallas de mercado, pero nunca piensan en las fallas de gobierno. Desde tu perspectiva, pareciera que lo que hay que hacer es identificar alguna falla de mercado, crear un programa estatal para corregirla y, seguidamente, encomendarse a la virgen para que la eventual falla de gobierno no sea más costosa que la supuesta falla de mercado. El problema con este tipo de iniciativas es que “la lavada termina costando más que la camisa”. ¿Te has puesto a pensar en la calificación e idoneidad de nuestra burocracia estatal? ¿Vas a poner a burócratas temerosos a solucionar problemas de los privados? ¡Por favor!
M: Un momentito mi querido pinchaglobos. ¿Cómo podrían los privados fortalecer los derechos de propiedad? ¿Cómo podrían dedicar suficientes recursos a la investigación y a la innovación si no pueden luego apropiarse plenamente de los beneficios de estas actividades? ¿Cómo pueden destrabar la maraña de regulaciones que inhiben la inversión y las actividades productivas formales? El PNDP enfrentaba estos problemas desde una nueva perspectiva, diametralmente diferente a la que prevaleció en los 70 y 80.
A: Mira Maynardo, te compro el tema de destrabar inversiones, promover la innovación y eliminar la sobrerregulación que agobia a los inversionistas. Rescato el hecho que se haya puesto énfasis en destrabar a través de las Mesas Ejecutivas, con participación de los empresarios privados y de las diferentes instituciones públicas involucradas. Pero hay que ser realista, los recursos son escasos y hay que focalizarlos en unos pocos programas con alta probabilidad de éxito y poca probabilidad de generar perjuicios adicionales.
A: Solo se justifica la intervención estatal cuando hay externalidades que interfieren con el funcionamiento de los mercados. No es cuestión de intervenir por intervenir. Tu posición me recuerda la frase de Reagan: “Si algo se mueve, le pongo impuestos. Si se sigue moviendo, lo regulo. Y si finalmente se detiene, lo subsidio.” La diversificación productiva impulsada desde una oficina estatal está destinada al fracaso.
M: Si estuvieses en lo correcto, lo único que nos quedaría es cerrar los ojos y soñar con que todo va a estar bien. Pero primero habría preguntarse: ¿Por qué no todo está bien? ¿Por qué hemos avanzado tan poco en el camino la diversificación y en que el capital fluya a las regiones y en acortar las brechas que las separan de Lima?
A: De acuerdo con que hay que mejorar la inversión pública, articularla con un plan nacional de infraestructura que sea compatible con una visión de adónde va la economía. Pero no veo cómo esto deba responder a un gran planificador centralizado que “elija los ganadores” y que intervenga continuamente en precios relativos so pretexto de “fomentar”.
M: El PNDP nunca buscó escoger los ganadores. Es una iniciativa moderna y coherente. Mal haría el gobierno en desconocer los méritos de una política industrial bien pensada y que estaba empezando a rendir frutos.
A: Que Dios nos coja confesados y con suficiente dinero en la billetera como para pagar la cuenta de la lavandería.
M: Parece que no nos entendemos…
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