Nuestros economistas conversan sobre la supuesta disyuntiva entre minería y agricultura como motores del crecimiento. Aquí el diálogo entre Maynardo (M) y Adamo (A), quienes muestran visiones diferentes en torno al tema.
A: Maynardo ¿has leído los últimos artículos de Richard Webb en los que muestra evidencia de que el impacto de la minería sobre la agricultura no es negativo como sostienen los antimineros sino que podría ser más bien positivo?
M: No. Cuéntame qué dice Richard.
A: En un viaje reciente a la Encañada, distrito de Cajamarca, el profesor Webb constató que lejos de observar un grave impacto ecológico y de inhibición de la actividad agropecuaria, había observado una intensa actividad tanto agrícola como pecuaria, incluyendo la existencia de invernaderos dedicados al cultivo de hortalizas y de rosas, así como la creciente aparición de reservorios y de sistemas de riego por aspersión. Webb muestra que, de acuerdo a cifras del MINAG, entre 1994 y 2012, la cantidad de ganado vacuno se duplicó, la superficie sembrada aumentó en 69% y la superficie bajo riego aumentó, aún más, en 74%.
M: Tenemos que diferenciar por zonas. Como señala Manuel Glave, la conflictividad entre minería y agricultura depende de la zona donde se ubica el proyecto minero. Mientras en la puna el conflicto se relaciona con los derechos de comunidades de pastores y la propiedad de la tierra, para el caso de los valles agrícolas, la preocupación gira en torno a la llegada de la minería a un espacio agrícola que ya genera riqueza y empleo. En este sentido, Tía María o Conga, ubicadas en valles agrícolas, son distintas de Tintaya, Antamina o Las Bambas, que se desarrollaron en zonas donde prácticamente no había actividad económica alguna.
A: De acuerdo. Es sensato que la resistencia de la población a la minería pueda depender del nivel de progreso económico y de la estructura productiva. Pero la relación es compleja. Recuerda que la gran oposición a Conga no estaba de las comunidades aledañas al proyecto.
M: Los conflictos se agudizan por la ausencia de una planificación territorial adecuada en el país. Los agricultores desconfían de las autoridades y están dispuestas a defender con la vida su derecho al agua y el uso del suelo.
A: Por eso mismo es importante lo mostrado por Webb. En algunos casos, el desarrollo minero en zonas aledañas a valles agrícolas no ha afectado la actividad agrícola, sino que, por el contrario, parece haberla potenciado. Porcón florece justo al lado de Yanacocha.
M: Creo que esas observaciones son más bien anecdóticas. El estudio de Del Pozo y Paucarmayta (2015) presenta evidencia que indica que la minería y la agricultura serían actividades mutuamente excluyentes dentro de un mismo espacio territorial. Los resultados empíricos muestran que los hogares rurales en distritos mineros tienen en promedio menores niveles de producción agrícola (entre 12% y 25%) y de acumulación de animales (entre 20% y 32%). El cambio en el uso de la tierra y la reducción en la oferta laboral agropecuaria serían los principales factores detrás del impacto negativo de la minería sobre la agricultura.
A: Sin embargo, un estudio del Banco Mundial liderado por Norman Loayza, muestra que, en 2007, el gasto per cápita en distritos mineros era 10% mayor que en distritos no mineros de la misma provincia. En forma similar, los distritos mineros tenían 2.5% menos de población en extrema pobreza, y un menor nivel de analfabetismo.
M: Lo que hace el estudio de Loayza es mostrar que el canon minero puede revertir los impactos directos negativos de la minería sobre la agricultura. Pero no muestra que el impacto directo de una actividad sobre la otra sea positivo…
A: Al final del día lo que importa son los efectos netos de la minería. Si tuviéramos mejores mecanismos de utilización y distribución del canon, el efecto positivo de la minería sobre el resto de la economía sería aún mayor. Se debería estudiar con detenimiento la propuesta del canon comunal. Y restituir el “obolo minero”, desmantelado sin razón, este ayudaría a que hubiera más desarrollo local y menos resistencia a los proyectos.
M: Prefiero subir la tasa del impuesto a la renta que depender de la voluntad de las mineras. El canon debería funcionar mejor, pero todavía no has refutado mi evidencia.
A: Entre 2007 y 2012 el PBI agrícola creció 19% en Áncash, 23% en Cusco, 20% en Arequipa y 12% en Cajamarca, todas regiones mineras. El temor de que los grandes proyectos mineros comprometan el futuro de la agricultura no tiene ningún fundamento si miras la experiencia de estas regiones, que representaban la mitad del PBI minero nacional en 2012. Minería y agricultura pueden – y deben – coexistir.
M: Durante estos años el PBI agropecuario creció en 25.8% a nivel nacional. ¡Tus cifras no apoyan tu argumento, sino todo lo contrario! Otra razón para privilegiar la agricultura por sobre la minería: la creación de empleo. Por cada S/ 1 millón que genera la agricultura se crean 64 puestos de trabajo, mientras que la minería solo incorpora un empleo por cada S/1 millón que invierte. El sector agrícola absorbe el 25% de la mano de obra en el país, genera unos US$ 6,000 millones en agroexportaciones y ha sido el impulsor del pleno empleo en Ica, La Libertad y Piura. Apostemos por la agricultura sin temores.
A: Mmm… no me convences. Un estudio reciente del IPE señala que cada empleo directo en el sector minero generaría más de 5 empleos en otros sectores. En cambio la agricultura, que tiene una productividad promedio muy baja, requiere de seis empleos directos para generar un solo puesto de trabajo adicional en otro sector. El efecto multiplicador de la minería es mucho mayor que el agrícola.
M: Los estimados del IPE han sido cuestionados y merecen ser revisados. Con ese efecto multiplicador, deberíamos tener pleno empleo en las regiones mineras... Sin embargo, no creemos una falsa disyuntiva. El país requiere de toda la inversión que podamos atraer. Lo que necesitamos son reglas claras, un mínimo de planificación territorial y un gobierno que imponga el respeto por la ley y el orden.
A: Bueno, a pesar de nuestras diferencias, es difícil no estar de acuerdo con esto último…
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