lunes, 23 de enero de 2017

Prohibir la pornografía

Dos economistas conversan sobre los pros y contras del reciente proyecto de Ley que busca prohibir el acceso a la pornografía en internet. Aquí el diálogo entre Adamo (A) a favor, y Maynardo (M), en contra.
A: Creo que la iniciativa del congresista Yonhy Lescano para prohibir el acceso a las páginas con contenido sexual y pornográfico de la internet es algo que todos deberíamos apoyar, ¿no crees mi querido Maynardo?
M: Me parece un sinsentido y una intolerable invasión de nuestra privacidad.
A: La pornografía produce adicción y distorsiona la conducta sexual de las personas. Además denigra a la mujer y podría estar generando violencia sexual en contra de niñas y mujeres.
M: ¿Adicción? ¿Lo dices en serio?
A: De lo que se trata aquí es de rescatar los valores y la dignidad humana. La pornografía, y en particular, la dedicada a actos bizarros, niños y demás perversiones es algo que no puede estar consumiéndose libremente en el país. Regular esto es tan importante como regular el consumo de alcohol o drogas.
M: Estoy de acuerdo contigo en que no se debe tolerar el abuso o la violencia sexual y que los menores no deberían tener acceso o estar expuestos a material pornográfico. Pero de ahí a permitir que unos ilustres congresistas decidan qué podemos ver los adultos en lugares privados, es otra cosa.
A: De lo que se trata aquí es de proteger a los menores. Si por ellos tenemos que sacrificar algunas libertades de los adultos, pues desgraciadamente será un costo que tendremos que pagar, digamos que un “efecto colateral”.
M: Pero si ya existe una ley para proteger a los menores de contenidos pornográficos por la cual se obliga a las cabinas internet a contar con software especial en sus computadoras para impedir el acceso de menores de edad a páginas pornográficas. Hay otra ley que obliga a las empresas proveedoras de Internet a ofrecer a sus usuarios la posibilidad de contratar filtros bloqueadores de contenidos para menores, pero que aún no se reglamenta. En vez de interferir con nuestra libertad de adultos, los congresistas interesados por este tema deberían presionar para que esa ley sea reglamentada y aplicada.
A: Un estudio de la Universidad de Michigan estableció que gran parte de la producción pornográfica está ligada a violencia sexual y Rae Langton, filósofo de la Universidad de Cambridge, sugiere que la pornografía denigra a las mujeres y legitima la violencia contra ellas, independientemente de la respuesta de aquellos que la consumen.
M: No existe ninguna evidencia científica que muestre la correlación entre pornografía y violencia. En parte, porque es tabú estudiar estos temas. En las grandes universidades del mundo es prácticamente imposible obtener fondos para realizar estos estudios. Además, los investigadores que quisieran estudiar el efecto de la pornografía en niños y adolescentes no podrían hacerlo, pues como mostrarles este material a menores es un delito en casi todos los países, entonces no existe evidencia científica seria sobre cuál es este impacto.
A: ¿Tú necesitas estudios rigurosos para concluir que no es una buena idea mostrar pornografía a nuestros niños?
M: No, el que mencionó los estudios a la conversación fuiste tú... Pero regresemos al tema. La verdad es que al margen de consideraciones ideológicas, la iniciativa es impracticable pues es imposible bloquear la pornografía al no existir un registro de páginas con contenido pornográfico. Existen repositorios privados pero que están lejos de abarcar todo el contenido pornográfico de la web. Y lo que es peor, al efectuar estos bloqueos puede perjudicarse el funcionamiento de otras plataformas y servicios, afectando páginas web de empresas, colectivos sociales y otros usuarios que nada tienen que ver con el tema.
A: ¿Y qué me dices de proteger a las mujeres en un país como el Perú que tiene los mayores índices de violencia de género?
M: La violencia de género es un problema social que requiere de una respuesta integral y estratégica. Prohibir a rajatabla el consumo legal de pornografía a través de Internet es hacer caso omiso de los múltiples problemas educativos, familiares y sociales que la producen.
A: Se estima que más de un décimo de todas las búsquedas en la web están dirigido a buscar material sexual explícito. ¡Tenemos que parar esta forma de adicción que está afectando a nuestros jóvenes!
M: El problema de fondo es que nuestros niños y jóvenes tienen a la pornografía como su principal medio de educación sexual a falta de una verdadera educación sexual que provenga de la propia sociedad o del Estado. La solución para todo aquello que te preocupa sobre la pornografía no pasa por censurar ni reprimir. Pasa por hablar abiertamente sobre la sexualidad en el mundo real. Pero ya vimos el escándalo que se armó cuando el ministro Saavedra quiso poner estos temas en la currícula escolar.
A: Baah… eso es el típico discurso “progre”. Estoy de acuerdo en que hay que mejorar la educación sexual en las escuelas y que el puritanismo es nefasto. Pero sexo no es sinónimo de pornografía. La pornografía no solo explota la imagen de la mujer, es muchas veces racista, suscita ideas de dominación y subordinación, y por último puede estar afectando la habilidad de los jóvenes para conectarse sexualmente en la realidad.
M: ¿A dónde quieres llegar?
A: A que de la misma forma en que comer es más que la obtención de calorías, establecer una relación sexual es más que la obtención de placer.
M: Ahora entiendo…así como el Congreso pretende decirnos cuántas papas fritas podemos comer, también ahora quiere decidir cuánto sexo podemos ver por internet. No estoy dispuesto a entregarle a nadie el poder para mutilar de mis libertades personales aun cuando sea por una supuesta “buena causa”, sea ésta limitar mi sobrepeso o mejorar mi salud mental.
A: Pero no creas que estamos solos. En el Reino Unido han presentado una iniciativa legislativa para bloquear sitios porno que muestren sexo “no convencional” por más o menos las mismas razones que aquí se esgrimen. Este es un buen ejemplo de regulación que debemos imitar.
M: Parece que no nos entendemos…

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