Dos economistas conversan sobre la importancia del gasto en defensa. Aquí el diálogo entre Adamo (A) a favor de aumentarlo, y Maynardo (M), en contra.
M: ¿Por qué seguimos asignando recursos a la defensa si ya no enfrentamos amenazas de nuestros vecinos? Luego de cerrar la frontera con el Ecuador y el fallo de La Haya ¿no sería mejor reducir el gasto en defensa a su mínima expresión y más bien utilizar esos recursos en mejorar los servicios públicos?
A: Sería absurdo reducir el gasto en defensa mi querido Maynardo. La razón fundamental es que la defensa nacional es un servicio público fundamental que ningún privado puede hacer en sustitución del Estado. ¿Qué persona o empresa se preocuparía por cuidar las fronteras?
M: La época de guerras y reclamaciones territoriales ya pasó mi estimado Adamo. ¿Para qué mantener militares si ningún país nos va a atacar? Tenemos relaciones cordiales con todos nuestros vecinos. La comunidad internacional no toleraría una guerra en Sudamérica en la actualidad.
A: Precisamente la mejor manera de evitar conflictos es que el país tenga un poder disuasivo creíble. Si reduces el gasto militar aumentará la probabilidad de conflicto porque el país tendrá menor capacidad de defenderse. Además, si bien es cierto que no hay un conflicto armado en la región hace varios años, es muy pronto para afirmar que nunca más habrá conflictos. Recuerda que hace poco Colombia y Venezuela estuvieron enfrentados y que los chavistas no se lanzaron a una aventura debido al poder disuasivo de las fuerzas armadas colombianas. Y apenas hace dos décadas nos enfrentamos al Ecuador.
M: Pero esa frontera ya está oleada y sacramentada. ¿No sería mejor tener más escuelas y hospitales con los millones que le seguimos asignando al sector defensa? Te has quedado congelado en el mundo de guerra de ayer.
A: No vaya a ser que, más bien, seas tú el que viva en el mundo de la fantasía. ¿Por qué crees que todos los países de la región siguen asignando recursos a la defensa? ¿Crees que todos se equivocan?
M: ¿No crees que se puede reducir el gasto militar de forma significativa? El país gasta miles de millones de soles al año preparándose para una guerra que quizás nunca tendremos. Los únicos que ganan son los traficantes de armas.
A: El gasto militar en el Perú ha sido 1.4% del PBI como promedio de los últimos 15 años. El año pasado el gasto en defensa fue de 1.6% del PBI. Chile, país que según tu hipótesis no tendría necesidad de asignar recursos a la defensa, ha gastado por encima de 2% del PBI hasta el 2013. Ni qué hablar de Colombia en donde el gasto militar supera el 3% del PBI. Incluso el Ecuador, que tiene mucho menos territorio que defender y cerca de la mitad de la población, gastó más que el Perú en defensa entre el 2007 y el 2013, no como fracción del PBI, sino en dólares contantes y sonantes.
M: Estas cifras no dicen nada. No tenemos porqué imitar políticas equivocadas de otros países. El gasto militar de los vecinos es una pérdida de eficiencia social.
A: Creo que tu visión de eficiencia social es bastante estrecha…
M: ¿Por qué tenemos que seguirles el juego a los mercaderes militaristas que están detrás del alto gasto militar en los países vecinos? ¿No sería mejor que todos los países de la región acordáramos gastar menos en defensa?
A: Sin duda sería ideal que hubiese una política de desarme multilateral y que los recursos que se ahorren vayan a usos productivos y alivio para la pobreza. Pero lo que nuestro país ha venido haciendo es seguir una política de desarme unilateral… y eso puede ser suicida. ¿Ya nos olvidamos del costo de no haber estado preparados para la Guerra del Pacífico y la pérdida de población y territorio que ello conllevó?
M: Nadie se olvida de la historia Adamo, pero ya no estamos en el siglo XIX. Tampoco deberías olvidar que la abultada deuda externa, que desencadenó la severa crisis económica de los años 80, tuvo como causa importante las voluminosas adquisiciones militares de los 70. ¿De qué nos ha servido gastar miles de millones de dólares en armamento que se oxida en el desierto?
A: Estamos a años luz de gastar montos significativos en importaciones militares. Como ha señalado Juan Mendoza, en promedio, durante el presente siglo, solo el 10% del gasto militar fue a importaciones de armamento y equipo. El capital militar está en gran medida depreciado u obsoleto. Nuestra tecnología de provisión de defensa es intensiva en mano de obra, similar a la que tenían los ejércitos de hace siglos.
M: Encima de ser un gasto de capital que aporta muy poco a la productividad del país, sabemos que hay mucha corrupción en los procesos de compra de armamento. Como todo lo referente a las compras militares se trata como secreto por motivos de “seguridad nacional”. Este ambiente es propicio para la corrupción.
A: La corrupción se explica por la impunidad y la estructura de incentivos, no porque el Estado adquiera armas en vez de tuberías.
M: Otra gran ineficiencia es que se le paga al personal militar sin que haya un retorno social claro. Propongo que mientras no hayan conflictos armados, los militares se dediquen a la provisión de seguridad interna y a la defensa civil.
A: Sin duda los militares pueden ayudar excepcionalmente en tareas de defensa civil o colaborando con la policía. Pero si los militares, que son los peores pagados entre los países de la región, se dedican a labores ajenas a la defensa nacional, dejarán de ser militares. Y entonces habremos renunciado al control del territorio que es la misma razón de ser del Estado. Y los enemigos del Estado son múltiples. Acuérdate que ni siquiera podemos controlar la pesca ilegal de la flota extranjera en nuestro mar territorial.
M: El territorio nacional puede protegerse sin necesidad de grandes ejércitos o armadas, que lo único que hacen es drenar recursos públicos. ¿Cuánto más podríamos avanzar en materia de salud y educación si dejáramos atrás moldes anacrónicos y redujéramos el gasto en defensa? Un país pobre no puede darse el lujo de seguir jugando a los soldaditos cuando las amenazas reales provienen de la pobreza, la inequidad, la corrupción y la inseguridad ciudadana.
A: Parece que no nos entendemos…
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