viernes, 3 de marzo de 2017

Regulando mercados

Dos economistas conversan sobre la regulación de los servicios públicos. Aquí el diálogo entre Maynardo (M) a favor de la regulación y Adamo (A) mucho más escéptico.
A: Te veo preocupado mi querido Maynardo!
M: Sí, el Ejecutivo se apresta a realizar la convocatoria para el concurso de selección del presidente de varios organismos reguladores de los servicios públicos, los llamados “ositos” (Ositran, Osiptel, Osinergmin). El tema es que si se quiere tener una amplia convocatoria y atraer a los mejores profesionales necesitará hacer algunos ajustes a este proceso. 
A: ¿A qué tipo de ajustes te refieres?
M: Se pide que los candidatos tengan estudios de maestría.
A: Pero eso está muy bien, ¡es lo menos que se debe exigir!
M: Concuerdo contigo Adamo. Lo malo es que se exija que los títulos estén revalidados por la Sunedu y registrados en Servir. Eso no tiene sentido y es pura traba burocrática.
A: No puedo estar más de acuerdo contigo. Aquí somos capaces de rechazar un premio Nobel porque su título no está revalidado por Sunedu. ¡Increíble!…
M: Pero, además, está la incertidumbre de la designación. Resulta que el Presidente de la República no está obligado a elegir de entre los candidatos preseleccionados por la PCM. De hecho, en el pasado, varios concursos fueron declarados desiertos porque ningún candidato preseleccionado resultó del agrado del Presidente. Entonces, ¿qué profesional destacado va a exponerse a participar en un concurso que puede terminar desierto por razones poco objetivas?
A: Concuerdo en que si existen criterios objetivos (formación profesional, experiencia, antecedentes judiciales, etc.) para filtrar a los precandidatos, el Presidente no debería tener la potestad de declarar desierto simplemente porque los candidatos “no le gustan”.
M: Además, el nivel actual de remuneración de los presidentes de los reguladores es de S/. 15,600 netos. Pero estos señores tienen la responsabilidad de supervisar contratos e inversiones multimillonarias. Por ejemplo, el Presidente de OSINERGMIN tenía que supervisar el cumplimiento del contrato de inversión del Gasoducto Sur Peruano por más de US$ 7,500 millones. Necesitamos gente muy calificada en esos puestos; no atraeremos profesionales de primer nivel con esos sueldos.
A: ¡Caray, nuevamente de acuerdo contigo!... Se hace mucha demagogia con los sueldos en el Estado. Me acuerdo de la reducción de salarios de los funcionarios estatales de mayor rango en el 2006, que tuvo efectos nefastos sobre el capital humano del sector público. ¡No aprendemos!
M: Creo que en vez de entregarle la responsabilidad de seleccionar a las cabezas de los reguladores a la PCM, deberíamos convocar a un concurso internacional y que lo maneje un “headhunter” de prestigio. Y ello, por supuesto, acompañado de un incremento significativo de los sueldos de los miembros de los Consejos Directivos de estos organismos.
A: Completamente de acuerdo Maynardo. Ahora bien, me parece que en el Perú hay tendencia a sobrerregular, lo cual es un lastre para el emprendimiento y la innovación. De hecho, en el caso de los “ositos”, existe una tendencia equivocada hacia defender en exceso al consumidor.
M: ¿Y cuál es el problema? ¿No es ese su rol, la defensa de los consumidores?
A: ¡No! Más bien, el regulador debe ser un árbitro entre empresas y consumidores, pero lo que vemos aquí es un sesgo anti-empresa que no es positivo. En muchas ocasiones, ha primado el afán de reducir tarifas, aun a costa de la sostenibilidad económica de los sectores regulados
M: ¡Discrepo totalmente Adamo! En muchos casos lo que hemos visto es que las grandes empresas de servicios públicos han logrado “capturar al regulador” y así influenciar sobre sus decisiones, todo a costa de los consumidores. Esto se aprecia todos los días: abusos de las empresas de telefonía, de gas, de bancos, de AFP y un largo etcétera, sin que los reguladores hagan nada.
A: Estás equivocado. Aquí el sesgo es a sobrerregular todo. Considera lo que pasa en el sector eléctrico. Mientras que la transmisión y la distribución son actividades monopólicas y, como tales, deben ser reguladas, la generación es una actividad donde debería primar la competencia, sin mayor necesidad de regulación. Sin embargo, la operación, ventas, formación de precios mayoristas, remuneración de capacidad y hasta la diferenciación entre tecnologías de generación están reguladas al milímetro.
M: No me sorprende lo que dices. Como buen liberal, crees que los oligopolios se pueden autorregular… El último que habló de autorregulación en el sector financiero fue Alan Greenspan y lo que logró fue llevarnos a la crisis financiera del 2008. ¡Menos teoría y más realismo!
A: ¡No me caricaturices! Yo no creo en la autorregulación de los oligopolios. Dejarlos operar libremente no los hará funcionar bien. Sin embargo, la regulación debe enfocarse solo en las actividades donde no existe competencia. Regular no es fácil y puede terminar siendo muy costoso para la sociedad. Hoy en día, muchos sectores están sobreregulados y el exceso de regulación es un obstáculo para la innovación.
M: ¿Cómo así?
A: Cuando el Estado regula una actividad lo hace pensando en determinadas características tecnológicas. Pero la tecnología siempre está un paso adelante de la regulación. Acuérdate cómo la irrupción de la telefonía móvil volvió obsoleta a la regulación de telefonía fija. Y aunque en la actualidad los peruanos podrían beneficiarse de poner paneles solares en sus casas y vender sus excedentes de energía –como en Alemania o en Chile–, el marco regulatorio para esto todavía no existe en el Perú. Así, ¡estamos frenando la utilización de tecnologías debido a que todavía no las hemos regulado! Peor aún, la sobreregulación crea barreras a la entrada de nuevas empresas, desincentivando así la competencia y generando pérdidas de eficiencia social.
M: ¡Plop!... Sin duda, necesitamos de mejor regulación y atraer a los mejores profesionales que podamos a nuestros organismos reguladores. Lo cual nos lleva al comienzo de esta conversación y al motivo de mi preocupación.

A: Parece que esta vez sí nos entendemos, aunque sea parcialmente…

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