viernes, 8 de julio de 2016

¿Reducir el IGV?


Ad portas de la instalación del nuevo gobierno, dos economistas conversan sobre la conveniencia de reducir el IGV. Aquí el diálogo entre Adamo (A), a favor, y Maynardo (M), en contra.

A: Alfredo Thorne, próximo ministro de Economía, la tiene clara: hay que empoderar al individuo y no al Estado. Propone bajar progresivamente el IGV, y continuar con la reducción de la tasa del impuesto a la renta de Alonso Segura. Con ello se incentivará el esfuerzo individual, aumentará la productividad y, además, se reducirá la informalidad. El efecto final será un aumento de la recaudación tributaria. ¡Enhorabuena!

M: Ay Adamo, este cuento lo hemos escuchado ya muchas veces y siempre ha terminado mal. Por ejemplo, bajo Reagan en EE. UU., esta política –conocida como “supply side economics” o la economía del lado de la oferta– contrajo la recaudación y generó una explosión del déficit fiscal. Reducir impuestos pensando que no caerá la recaudación es una quimera económica. Además, los determinantes de la informalidad poco tienen que ver con la tasa del IGV sino más bien con los costos de hacerse y mantenerse formal.

A: ¿O sea que ahora ya ni siquiera crees que la reducción de impuestos proveerá un impulso fiscal? ¡Cómo has cambiado pelona!…

M: No habrá impulso fiscal debido a la regla fiscal.

A: ¿Cómo así?

M: De acuerdo a esta regla cuando cae la recaudación se debe restringir el gasto público. Y como en el corto plazo caería la recaudación también se reduciría el gasto público con lo que cual no habría impulso fiscal.

A: ¡Es absurdo que afirmes que una reducción impositiva no estimula a la economía! A menos que te creas el cuento de que la gente racionalmente ahorra más ante la reducción de impuestos para hacer frente a los mayores impuestos que serán necesarios en el futuro para repagar la deuda pública que se generará en el presente…

M: Yo no me creo ningún cuento Adamo. Lo que digo es que, en las actuales circunstancias, con un abultado déficit fiscal, no podemos darnos el lujo de reducir impuestos y aumentar aún más el desbalance público. Menos aún en el contexto del Brexit y de la mayor volatilidad financiera global. Esto llevaría a deteriorar nuestra calificación de riesgo y ahuyentaría la inversión privada. La reducción impositiva terminaría siendo contraproducente, pues el financiamiento del déficit público terminaría desplazando (“crowding out”) al gasto privado.  Y, en caso que no se aumente el déficit, porque se reduce el gasto público para cumplir con la regla fiscal, entonces terminamos contrayendo la economía.

A: La demanda, la demanda… Ese es tu problema Maynardo, solo te enfocas en el consumo, la inversión y las exportaciones, los componentes de la demanda; esto lleva a que tu pensamiento esté dominado por consideraciones de corto plazo. Es indispensable centrar la atención en la oferta y en el mediano plazo. La reducción de impuestos aumentará la eficiencia, promoverá el esfuerzo privado y facilitará la formalización. En suma, mayor producción y mayor recaudación.

M: Como decía Jack el Destripador, “vayamos por partes” querido Adamo. La reducción del IGV llevará a que las empresas paguen 1% menos sobre el valor agregado que generan, es decir se les va a dejar de cobrar el equivalente al 1% de su planilla y sus utilidades. Pero a este 1% se lo va a gravar con el impuesto a la renta. Y acuérdate que esto es solo relevante para las empresas que venden en el mercado interno, pues a las que exportan hace años que se les devuelve el íntegro del IGV. ¿Crees que este cambio tan marginal va a alterar la estructura de incentivos de manera tal que los empresarios decidan invertir más y que los informales consideren que ahora sí es conveniente formalizarse?

A: Acuérdate del poeta: “se hace camino al andar”. No podemos bajar el IGV de golpe, en todo lo que debería reducirse, debido al déficit fiscal del que partimos. Pero avancemos, poco a poco, en la dirección correcta.

M: ¿En la dirección correcta? A ver… al final de su gobierno, Alan García redujo en 1% el IGV ¿y qué pasó? La recaudación cayó. Hace menos de dos años, el ministro Segura anunció la reducción progresiva de la tasa del impuesto a la renta, empezando con una reducción inicial de 2 puntos, y ¿qué impacto tuvo? Bajó la recaudación, y hoy nos deja el déficit fiscal más grande de los últimos 17 años.. Hasta en el mismo MEF reconocen el error y hablan, más bien murmuran, que hay que revertir esta medida.

A: Sin duda hay que cuidar las cuentas fiscales. Pero lo que no hay que hacer es sobrecargar al sector privado para financiar programas públicos de dudosa rentabilidad social. El sector público debe ajustarse el cinturón y dejarle más plata en los bolsillos al sector privado, que gasta mucho mejor que el gobierno.

M: No es políticamente viable que el sector público se ajuste el cinturón. ¿Quieres acaso que PPK se olvide de sus promesas electorales y reduzca el gasto social? Su gobierno hereda un fuerte déficit fiscal e ingresos tributarios estancados o en caída. En este contexto es una locura reducir los impuestos para ver si “mejoramos la productividad” o “fomentamos la formalización”.

A: Los impuestos indirectos distorsionan los precios y le restan eficiencia a la economía. ¿O ya no te acuerdas de tu curso de microeconomía?

M: Sí me acuerdo y sé que el IGV es uno de los impuestos menos distorsionantes que existen, pero parece que tú no te acuerdas de tu curso de macroeconomía…

A: ¡Esta vez tú eres el pinchaglobos! No me hagas quedar como un irresponsable fiscal. Sin duda, hay que ir con cuidado en materia impositiva, pero no podemos plantear hacer más de lo mismo y esperar resultados diferentes.

M: Bla, bla, bla... Creo que sacaste buenas notas en retórica, pero no en macroeconomía…

A: Ay Maynardo, si el gasto público es tan bueno, entonces ¿por qué no propones subir los impuestos y tener un Estado más grande?

M: No me molestaría tener una presión tributaria unos puntos más alta, menos déficit y mejor calidad del gasto público…

A: Este país requiere de un shock de confianza, que apostemos por el individuo y por el sector privado, y no por el Estado.


M: Parece que no nos entendemos….

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