domingo, 12 de noviembre de 2017

Incentivos tributarios: ¿sirven de algo?

Nuestros economistas conversan sobre la conveniencia o no de otorgar exoneraciones y otros beneficios tributarios. Aquí el diálogo entre Maynardo (M), quien se muestra a favor de otorgar incentivos tributarios bajo ciertas circunstancias, y Adamo (A), quien está en contra.
A: Se ha vuelto a poner sobre el tapete los beneficios tributarios para las aerolíneas. Ahora quieren restablecer una exoneración que estuvo vigente hasta el 2015 y que le significó pérdidas al fisco del orden de S/ 1,767 millones. ¡Ay Maynardo, los congresistas siempre perforando nuestro sistema tributario!
M: Yo creo que hay que darle el beneficio de la duda. De acuerdo con cifras oficiales, este incentivo ayudó a dinamizar el sector, pues el parque aéreo nacional creció en 33%, cifra muy superior a la que se tenía antes de estas exoneraciones.
A: El ministro Giuffra tiene razón cuando dice que urge recuperar los ingresos fiscales frente a la desaceleración de la economía y que no es momento para introducir exoneraciones tributarias como esa. Con ingresos tributarios por debajo del 13% del PBI, debemos evitar toda nueva perforación y, más bien, eliminar algunos beneficios tributarios que no se justifican.
M: No caigamos en el fundamentalismo mi querido Adamo. Sin duda, que existen incentivos tributarios que son efectivos pues compensan el déficit de infraestructura y los grandes sobrecostos que enfrentan algunas actividades, en particular, las que en ausencia de estos incentivos no pueden desarrollarse. Más adelante, cuando estas actividades hayan florecido y los incentivos ya no resulten necesarios para su supervivencia, estos podrán eliminarse. En principio, los incentivos tributarios pueden sernos útiles, sujetos a tres condiciones: que sean temporales, focalizados y sujetos a evaluación de impacto.
A: Menciona algún beneficio tributario que haya sido realmente exitoso en promover una actividad.
M: Hay varios sectores que se han desarrollado al amparo de beneficios tributarios. El ejemplo más claro y contundente es el de la agricultura moderna. La revolución del agro en la costa y los cientos de miles de puestos de trabajo que generó se explican por el flujo de inversión privada que se canalizó al sector después de que este gozase de un régimen tributario y laboral especial. Otro ejemplo es la acuicultura, que hasta el 2013 estaba sujeta a una tasa de 15% de impuesto a la renta, y gozaba del mismo régimen laboral que la agricultura. Durante el periodo 2003-2013, mientras la acuicultura gozó de estos incentivos, las exportaciones acuícolas se multiplicaron por 12. Hoy, que le retiraron estos incentivos, están languideciendo.
A: No creo en los sectores que crecen por contar con incentivos tributarios. Y creo que el argumento de la “industria naciente” que tú esbozas es muy peligroso; su uso y abuso (como en las zonas de selva o alto andinas) ha servido para llenarnos de perforaciones que nos cuestan miles de millones de soles.  
M: De acuerdo con evitar los abusos y cuidarse de empresarios mercantilistas.
A: El MEF estima que los beneficios y exoneraciones tributarias nos costarán S/ 16,500 millones en el año 2018. Esto representa 2.2% del PBI. ¡Es una barbaridad! Solo el sector agropecuario lleva a que se dejen de pagar S/ 4,131 millones. El caso del IGV para la Amazonía, nos cuesta otros S/ 2,272 millones de acuerdo con cifras del MEF. ¿Y quién se lo lleva? Los comerciantes y especuladores, sin ningún impacto sobre su desarrollo.
M: En el tema de la Amazonía –y tal vez en algún otro caso– estoy de acuerdo contigo en que es hora de retirarlos. Pero no por eso se puede afirmar a rajatabla que todo incentivo tributario es perverso. Así como los impuestos son un instrumento de política económica, los incentivos tributarios también lo son. Bien usados y dosificados, pueden contribuir a fomentar el desarrollo de determinadas actividades adecuadamente identificadas por el Estado.
A: Baah…esa perorata de los incentivos, las “industrias estratégicas” y la “diversificación productiva” la he escuchado por demasiado tiempo. Lo cierto es que en la última década el Estado dejó de recaudar 93 mil millones de soles por estos privilegios. Y los sectores más favorecidos fueron el agroexportador, educativo, bancario, hidrocarburos y el minero.
M: Coincidirás conmigo en que es necesario evaluar cuál ha sido el impacto de los incentivos sobre el crecimiento de estas actividades. Tú ves solo el costo pero no el beneficio. Hay que medir ambos efectos y coincido contigo en que, si un incentivo no funciona luego de un tiempo prudente, hay que retirarlo.
A: Esos S/ 93 mil millones que no recaudó el Estado en la última década equivalen al 30% del costo de cerrar el déficit nacional de redes de agua y desagüe, y representa 20 veces el monto que se destinó a los programas sociales Beca 18, Qali Warma y Cuna Más en el último quinquenio. ¿Nuestros gobernantes entiende el concepto de costo de oportunidad?
M: Está bien, pero no te molestes… Hay que aplicar los incentivos con racionalidad. Los incentivos tributarios han contribuido al crecimiento económico en países como Corea del Sur, Malasia, Irlanda, Taiwan y Singapur.
A: Puede ser, pero no olvidemos dos puntos centrales. Primero, hay que medir el costo de oportunidad; y, segundo, muchas veces estos incentivos terminan siendo solo rentas para empresas que se dedican a hacer lobbying para no perder sus “beneficios adquiridos” y, la verdad, no promueven de manera efectiva nuevas inversiones.
M: No olvides que no es inusual que los incentivos tributarios a las inversiones sean una respuesta a lo que hacen los países vecinos. En el mundo globalizado de hoy los países compiten entre ellos para atraer inversiones. Esto se ve con claridad en sectores extractivos. No somos una isla, mi querido Adamo.
A: Los incentivos tributarios no solo no promueven el crecimiento económico, sino que generan distorsiones en la asignación de recursos escasos, proporcionan una oportunidad para la corrupción y la búsqueda de rentas. Y en cambio, la evidencia de sus beneficios en escasa y poco concluyente. Por eso, es urgente dejar de promoverlos y empezar a eliminarlos.

M: ¿Una oda para el fundamentalismo? Parece que no nos entendemos…

martes, 24 de octubre de 2017

Inversión y medio ambiente

Nuestros economistas conversan sobre el supuesto dilema existente entre el crecimiento económico y la protección del medio ambiente. Aquí el diálogo entre Maynardo (M), quien se preocupa por el medio ambiente, y Adamo (A), quien privilegia el crecimiento.

A: El dilema entre medio ambiente y crecimiento ha cobrado nuevas víctimas políticas en Chile: el mes pasado, tanto el ministro de Hacienda como el de Economía, presentaron sus renuncias a la presidenta Bachelet por desacuerdos sobre la política económica. La discrepancia surgió cuando el gobierno chileno descartó un gran proyecto minero al norte del país. Allí, una empresa privada planeaba invertir US$ 2.500 millones para la construcción de una mina, una planta desalinizadora y un puerto. El proyecto contemplaba la extracción y exportación de cientos de miles de toneladas de cobre y hierro. Pero la presidenta Bachelet consideró que la empresa no había presentado garantías suficientes en materia de protección del medio ambiente y vetó el proyecto.

M: Lo que pasa es que esto se iba a desarrollar a 30 km de la reserva marina más importante de Chile; un ecosistema donde vive el 80% de la población de pingüinos de Humboldt. Me parece prudente y ejemplar el comportamiento de la presidenta Bachelet, privilegiando el cuidado del medio ambiente por sobre los intereses privados de una minera.

A: El tema es que se trataba de una mina que contaba con los permisos ambientales otorgados por el propio estado chileno. No sé si iba a afectar o no a los benditos pingüinos, pero Chile requería urgentemente dinamizar la inversión privada para salir de la parálisis económica en que se encuentra. Y esto me trae a la mente el caso de Conga. Este proyecto también contaba con todos los permisos ambientales, pero el Estado no supo explicar ni defender la evaluación que había hecho del impacto de la mina sobre las lagunas y los acuíferos.

M: Lo de los permisos es un tema formal. El problema de fondo es que, si existen dudas razonables de que un proyecto de inversión puede dañar al ecosistema, incluyendo el agua y el aire, entonces lo correcto es modificar el proyecto a fin de preservar el medio ambiente y la vida. Y hacerlo a pesar de que esto pueda demorar (o “trabar” que le dicen) algunos proyectos de inversión. Necesitamos inversión, sí, pero de calidad mundial. 

A: Sin duda, las inversiones deben cuidar el medio ambiente. Ya pasó la época de los proyectos que hacían caso omiso de la sostenibilidad ambiental y social. Pero de ahí a ser esclavos de los ambientalistas, hay un abismo. En eso vamos a acabar: sin poder aprovechar nuestros recursos naturales –minería e hidrocarburos principalmente– por la oposición cerrada de ONGs ambientalistas y por la complicidad de gobiernos débiles.

M: Insisto: ante la duda razonable, se debe privilegiar el medio ambiente y la vida.
A: Yo opino que se debe privilegiar la inversión y el crecimiento, es decir el bienestar de los ciudadanos antes que el de los árboles. De lo contrario, tendremos lindos paisajes naturales rodeados de poblaciones pobres y hambrientas. 

M: En los últimos 20 años el crecimiento económico mundial sacó de la pobreza a más de 660 millones de personas y elevó el nivel de ingresos de muchos millones más, pero a menudo a expensas del medio ambiente. Al no valorizarse el “capital natural” de la tierra, este se derrocha. Los gobiernos no toman en cuenta el costo social del agotamiento de los recursos y esto pone en peligro la sostenibilidad a largo plazo del crecimiento.

A: Palabras bonitas… Conozco el caso de una inversión minera millonaria en Arequipa que se paralizó durante meses, porque alguien señaló que allí habitaba una especie de lagartija que estaba en peligro de extinción. La empresa tuvo que traer al experto mundial en lagartijas para que certificara que esta especie era una lagartija común y que no estaba en peligro de extinción. ¿Cuánto costó paralizar la inversión por meses y quién lo pagó? Los pobres del Perú.

M: Asegurar la sostenibilidad y la vida puede encarecer y demorar las inversiones. No hay lonche gratis Adamo, tú siempre enfatizas esto.

A: Como dice el historiador Michael Zimmerman, el mundo está dirigiéndose aceleradamente a un “ecofacismo”, en el que gobiernos totalitarios requieren que los individuos sacrifiquen sus intereses en pro del “bienestar y gloria de la tierra”. Es una nueva forma de totalitarismo, no muy diferente al comunismo del siglo XX. No es casualidad que muchos dirigentes totalitarios de izquierda se hayan convertido en activistas ambientales.

M: En tu visión, los países como el Perú no tienen otra opción que “crecer suciamente y limpiar después”. No estoy de acuerdo. Puede resultar imposible o prohibitivamente caro “limpiar después”, además de la irreversibilidad de los daños ambientales, como la pérdida de la biodiversidad. 

A: Para asegurar la conservación del medio ambiente sin condenarnos a la pobreza por no explotar nuestros recursos, lo que hace falta no es más intervención del Estado como tú predicas, mi estimado Maynardo. Lo que se requiere es de más capitalismo, más y mejores derechos de propiedad y soluciones de mercado para valorizar el daño ambiental. Las ONGs ambientalistas dicen no a todo, pero alguien se pregunta ¿cuál es el nivel óptimo de polución o de daño ambiental? ¿Es acaso el nivel óptimo igual a cero? ¡Claro que no! 

M: Si bien los países pobres deben centrarse en satisfacer las necesidades básicas de sus poblaciones y ampliar sus oportunidades para crecer, no es necesario hacerlo a costa de la degradación insostenible del medio ambiente, Adamo.

A: Fundamentalismo. En eso se ha convertido buena parte del discurso ambiental. Es lo más parecido que conozco al fundamentalismo religioso. El medio ambiente está ahí para ser transformado por el hombre y utilizado en su beneficio. No existe nada “innatural” en esto. Así es como el hombre ha progresado y mejorado la calidad de vida de miles de millones de personas a lo largo de la historia. 

M: El dilema fundamental no está entre prosperidad económica y protección ambiental, sino entre cuidar “el capital natural” para las futuras generaciones y hacer las cosas como las hacemos hoy.  Cambiar – por ejemplo – la manera como generamos y consumimos energía nos puede brindar mucho mayor prosperidad económica. Claramente, siempre habrán grupos “perdedores”, como los actuales contaminadores, a los cuales tú pareces defender Adamo.

A: Parece que no nos entendemos…

viernes, 15 de septiembre de 2017

El Presupuesto 2018

Nuestros economistas conversan sobre el proyecto de presupuesto nacional para el 2018. Aquí el diálogo entre Maynardo (M) y Adamo (A), quienes muestran visiones diferentes en torno al tema.

M: Adamo, por fin el MEF cambia de rumbo y se muestra receptivo a las críticas. El proyecto de presupuesto para el 2018 considera un vigoroso impulso de 17.5% a la inversión pública para enfrentar la innecesaria desaceleración de la economía. Con los Panamericanos, la Línea 2, y la Reconstrucción con Cambios nos vamos arriba.

A: No tan rápido Adamo. Estoy de acuerdo con que la política fiscal no puede ser procíclica; había que corregir el desafortunado ajustón fiscal de Alfredo Thorne. Pero, es improbable que la inversión pública se convierta en el motor de crecimiento de la economía. Para comenzar, recuerda que la inversión pública es solo la cuarta parte de la inversión privada.

M: No seas aguafiestas Adamo. Diversos economistas y el propio MEF coinciden en que la inversión pública no solo dinamiza la economía por sí misma, sino que además fomenta la inversión privada (son complementarias). ¿No crees que el marcado incremento en la inversión pública ayudará a que la construcción, que tanto empleo genera, deje de estar en rojo?
A: Solo de manera temporal y con un limitado impacto mi querido Maynardo. Si fuera tan fácil crecer sobre la base de mayor activismo fiscal, el problema del crecimiento estaría resuelto alrededor del mundo. Más aún, tengo serias dudas sobre si la inversión pública tiene un efecto multiplicador positivo sobre la actividad económica debido a que la calidad de los proyectos deja mucho que desear.

M: Adamo, por favor. Todos los economistas sabemos que el multiplicador de la inversión pública es mayor a uno. Si Keynes resucitase y te oyera se volvería a morir... La calidad de la inversión pública puede distar del óptimo, pero es absurdo pensar que un incremento en la inversión pública no dinamiza el crecimiento.

A: No estoy tan seguro. Considera el caso de la Línea 2 del Metro que tú mismo has ofrecido como ejemplo. Se ha presupuesto gastar S/ 3,000 millones en este proyecto hasta diciembre de 2018. Pero el sobreprecio en la Línea 2 es enorme. Santiago de Chile acaba de terminar las líneas 3 y 6, que tienen 37 kilómetros y son subterráneas, a un costo de $ 2,720 millones. El presupuesto de la Línea 2, de 35 kilómetros, es de US$ 6,600 millones con IGV. Y, probablemente, terminé costando mucho más, como ya es usual en estos grandes proyectos.

M: No se puede comparar alegremente el costo de estas vías en distintas ciudades. Hay que revisar los estudios de suelos, el número de estaciones, las interferencias y el costo de las expropiaciones. Además, ¿quién te ha dicho que los beneficios son los mismos? En Lima el tráfico es un desastre y los beneficios adicionales de la Línea 2 muy probablemente sean mucho mayores que los de las líneas adicionales de Santiago.

A: Puede ser, pero no me vas a decir que porque gastas el doble de lo que deberías gastar en esta obra el PBI va a crecer.

M: No puedes caricaturizar a la inversión pública hablando de un proyecto particular. Los Panamericanos son una necesidad para mejorar la infraestructura de la ciudad de Lima y promover la práctica del deporte.

A: Los Panamericanos constituyen un proyecto centralista que cuesta S/ 4,000 millones y que solo favorece a Lima. Asimismo, más de 1,000 millones de soles de este evento no irán a nueva infraestructura.

M: Pero igual se dinamizará la demanda. Con el incremento en los ingresos de las empresas y las personas proveedoras de este proyecto, la gente consumirá más, contribuyendo a reactivar la economía. Asimismo, el presupuesto en reconstrucción de puentes, caminos, hospitales y escuelas incentivará la demanda hoy y nos hará más productivos mañana.

A: Qué bueno que hables de productividad. El problema fundamental del presupuesto es que no se preocupa de financiar reformas estructurales que incrementen la eficiencia de los servicios públicos o la productividad de los peruanos. Parafraseando a Julio Velarde, la caída de la productividad es como para llorar. ¿Qué pasó con la reforma de pensiones? ¿Dónde está la reforma laboral? ¿Qué le pasó al seguro de desempleo en lugar de la CTS que PPK nos prometió?

M: Coincido en que hay muchas reformas estructurales pendientes, Adamo. Sin embargo, el énfasis del presupuesto debe estar puesto en la reactivación. Creo que el gobierno está poniendo todas las balas en la inversión pública. Esto no será fácil de hacer en un año de elecciones subnacionales y de creciente confrontación política. Tal vez, haber considerado una mayor proporción de gasto corriente hubiera sido más realista y efectivo.

A: No comparto tu opinión para nada. Necesitamos pensar en el largo plazo y necesitamos de reformas estructurales. Si hay algo que Thorne intentaba hacer era precisamente esto y enfrentar las causas de la baja productividad. Por ejemplo, ¿es invierte.pe un mejor filtro de la inversión pública que el SNIP? ¿Está el gasto en educación y salud bien dirigido? No es cuestión de gastar por gastar.

M: De acuerdo con cuidar la calidad del gasto. Otro aspecto que me preocupa del presupuesto es su financiamiento. El MEF está apostando, optimistamente, a que los ingresos aumentarán en más del 5% el próximo año. Pero ello depende de la propia capacidad reactivadora de la inversión pública y de los precios de los metales.

A: Creo que el 2018 será el momento de evaluar la reforma tributaria de PPK. Si los primeros meses del 2017 son una guía, parecería que esta ha hecho poco por formalizar pero que afecta negativamente la recaudación. De hecho, los ingresos han caído más de 5% hasta julio. A este paso podríamos terminar con más de 30% de deuda sobre PBI para el 2021.

M: Por eso mismo urge reactivar la economía con un mayor gasto público, no solo de inversión pública.

A: Lo que veo es más de lo mismo. Prescindir de reformas estructurales de importancia es condenarnos a un crecimiento de la productividad y de la economía bastante mediocre.

M: Parece que no nos entendemos…

viernes, 1 de septiembre de 2017

Minería vs Agricultura

Nuestros economistas conversan sobre la supuesta disyuntiva entre minería y agricultura como motores del crecimiento. Aquí el diálogo entre Maynardo (M) y Adamo (A), quienes muestran visiones diferentes en torno al tema.

A: Maynardo ¿has leído los últimos artículos de Richard Webb en los que muestra evidencia de que el impacto de la minería sobre la agricultura no es negativo como sostienen los antimineros sino que podría ser más bien positivo?

M: No. Cuéntame qué dice Richard.

A: En un viaje reciente a la Encañada, distrito de Cajamarca, el profesor Webb constató que lejos de observar un grave impacto ecológico y de inhibición de la actividad agropecuaria, había observado una intensa actividad tanto agrícola como pecuaria, incluyendo la existencia de invernaderos dedicados al cultivo de hortalizas y de rosas, así como la creciente aparición de reservorios y de sistemas de riego por aspersión. Webb muestra que, de acuerdo a cifras del MINAG, entre 1994 y 2012, la cantidad de ganado vacuno se duplicó, la superficie sembrada aumentó en 69% y la superficie bajo riego aumentó, aún más, en 74%.

M: Tenemos que diferenciar por zonas. Como señala Manuel Glave, la conflictividad entre minería y agricultura depende de la zona donde se ubica el proyecto minero. Mientras en la puna el conflicto se relaciona con los derechos de comunidades de pastores y la propiedad de la tierra, para el caso de los valles agrícolas, la preocupación gira en torno a la llegada de la minería a un espacio agrícola que ya genera riqueza y empleo. En este sentido, Tía María o Conga, ubicadas en valles agrícolas, son distintas de Tintaya, Antamina o Las Bambas, que se desarrollaron en zonas donde prácticamente no había actividad económica alguna.

A: De acuerdo. Es sensato que la resistencia de la población a la minería pueda depender del nivel de progreso económico y de la estructura productiva. Pero la relación es compleja. Recuerda que la gran oposición a Conga no estaba de las comunidades aledañas al proyecto.

M: Los conflictos se agudizan por la ausencia de una planificación territorial adecuada en el país. Los agricultores desconfían de las autoridades y están dispuestas a defender con la vida su derecho al agua y el uso del suelo.

A: Por eso mismo es importante lo mostrado por Webb. En algunos casos, el desarrollo minero en zonas aledañas a valles agrícolas no ha afectado la actividad agrícola, sino que, por el contrario, parece haberla potenciado. Porcón florece justo al lado de Yanacocha.

M: Creo que esas observaciones son más bien anecdóticas. El estudio de Del Pozo y Paucarmayta (2015) presenta evidencia que indica que la minería y la agricultura serían actividades  mutuamente excluyentes dentro de un mismo espacio territorial. Los resultados empíricos muestran que los hogares rurales en distritos mineros tienen en promedio menores niveles de producción agrícola (entre 12% y 25%) y de acumulación de animales (entre 20% y 32%). El cambio en el uso de la tierra y la reducción en la oferta laboral agropecuaria serían los principales factores detrás del impacto negativo de la minería sobre la agricultura.

A: Sin embargo, un estudio del Banco Mundial liderado por Norman Loayza, muestra que, en 2007, el gasto per cápita en distritos mineros era 10% mayor que en distritos no mineros de la misma provincia. En forma similar, los distritos mineros tenían 2.5% menos de población en extrema pobreza, y un menor nivel de analfabetismo.

M: Lo que hace el estudio de Loayza es mostrar que el canon minero puede revertir los impactos directos negativos de la minería sobre la agricultura. Pero no muestra que el impacto directo de una actividad sobre la otra sea positivo…

A: Al final del día lo que importa son los efectos netos de la minería. Si tuviéramos mejores mecanismos de utilización y distribución del canon, el efecto positivo de la minería sobre el resto de la economía sería aún mayor. Se debería estudiar con detenimiento la propuesta del canon comunal. Y restituir el “obolo minero”, desmantelado sin razón, este ayudaría a que hubiera más desarrollo local y menos resistencia a los proyectos.

M: Prefiero subir la tasa del impuesto a la renta que depender de la voluntad de las mineras. El canon debería funcionar mejor, pero todavía no has refutado mi evidencia.

A: Entre 2007 y 2012 el PBI agrícola creció 19% en Áncash, 23% en Cusco, 20% en Arequipa y 12% en Cajamarca, todas regiones mineras. El temor de que los grandes proyectos mineros comprometan el futuro de la agricultura no tiene ningún fundamento si miras la experiencia de estas regiones, que representaban la mitad del PBI minero nacional en 2012. Minería y agricultura pueden – y deben – coexistir.

M: Durante estos años el PBI agropecuario creció en 25.8% a nivel nacional. ¡Tus cifras no apoyan tu argumento, sino todo lo contrario! Otra razón para privilegiar la agricultura por sobre la minería: la creación de empleo. Por cada S/ 1 millón que genera la agricultura se crean 64 puestos de trabajo, mientras que la minería solo incorpora un empleo por cada S/1 millón que invierte. El sector agrícola absorbe el 25% de la mano de obra en el país, genera unos US$ 6,000 millones en agroexportaciones y ha sido el impulsor del pleno empleo en Ica, La Libertad y Piura. Apostemos por la agricultura sin temores.

A: Mmm… no me convences. Un estudio reciente del IPE señala que cada empleo directo en el sector minero generaría más de 5 empleos en otros sectores. En cambio la agricultura, que tiene una productividad promedio muy baja, requiere de seis empleos directos para generar un solo puesto de trabajo adicional en otro sector. El efecto multiplicador de la minería es mucho mayor que el agrícola.

M: Los estimados del IPE han sido cuestionados y merecen ser revisados. Con ese efecto multiplicador, deberíamos tener pleno empleo en las regiones mineras... Sin embargo, no creemos una falsa disyuntiva. El país requiere de toda la inversión que podamos atraer. Lo que necesitamos son reglas claras, un mínimo de planificación territorial y un gobierno que imponga el respeto por la ley y el orden.

A: Bueno, a pesar de nuestras diferencias, es difícil no estar de acuerdo con esto último…

viernes, 18 de agosto de 2017

¿Cómo crecer sostenidamente al 5% o más?

Nuestros economistas conversan sobre qué medidas se deberían tomar para poder crecer sostenidamente a tasas del 5% o superiores.  Aquí el diálogo entre Maynardo (M), quien aboga por dinamizar la demanda agregada, y Adamo (A), quien se inclina por reformas estructurales para mejorar la productividad.
A: Estimado Maynardo, últimamente se ha puesto de moda decir que el Perú está estancado en la “trampa del ingreso medio”, ¿qué opinas?
M: La hipótesis de la “trampa del ingreso medio” explica una tendencia observada en economías pequeñas y abiertas que crecen en base al dinamismo de sus exportaciones. Estos países tarde o temprano pierden sus ventajas cuando sus salarios reales se encarecen producto del propio crecimiento. Consecuentemente, las exportaciones pierden dinamismo y el crecimiento del PBI per cápita se desacelera e, incluso, se estanca. Esta hipótesis se aplica fundamentalmente a economías exportadoras de manufacturas en las que el salario es un componente importante del costo. El Perú, en cambio, en un exportador de materias primas y no parece encajar en la dinámica de la “trampa del ingreso medio”.   
A: Tampoco creo mucho en esta teoría. Aun cuando en los últimos años los salarios en la industria urbana crecieron en forma sustancial, concuerdo en que siendo las exportaciones manufactureras solo un 26% de las exportaciones totales, la desaceleración en el crecimiento que hoy observamos no tiene nada qué ver con la bendita trampa sino más bien con falta de reformas estructurales.
M: Creo que estás soslayando algo central: el Perú hoy no crece por falta de demanda. La inversión, pública y privada, está paralizada; el consumo público presenta cifras negativas y el consumo privado languidece. En una economía que se viene enfriando hace tiempo ¿cómo nos permitimos tener una política fiscal contractiva? Es una barbaridad.
A: ¿Cuál es tu receta para retomar el crecimiento por sobre el 5% Maynardo? No me digas… ¿reactivar la demanda con mayor gasto público para compensar el menor gasto privado?
M: ¡Por supuesto! Urge expandir fuertemente la demanda mediante tres medidas: (i) incrementar el gasto público, tanto el corriente como el de capital; (ii) empezar el proceso de Reconstrucción con Cambios para restablecer las condiciones productivas en la costa norte, a la vez que se expande el gasto público en infraestructura; y (iii) aumentar los salarios del sector público y la remuneración mínima vital. Con estas medidas se pone a trabajar nuevamente al país y se genera el círculo virtuoso de demanda-producción.
A: ¡Ay Maynardo! Tú y tu dogma de fe keynesiano. Aumentar el gasto público no es una poción mágica que lleve a crecimiento sostenido. Para comenzar, ¿cómo financiamos la expansión del sector público en medio del mayor déficit fiscal de este siglo? En segundo lugar, la calidad de la inversión del sector público deja mucho que desear. Proyectos con sobreprecio, como el Gasoducto del Sur o la Refinería de Talara, reducen el PBI en lugar de aumentarlo.
M: ¿Qué propones?
A: Hay que retomar reformas estructurales que incrementen la productividad, la única fuente de crecimiento sostenido en el largo plazo. Dinamizar la demanda solo nos ayudará a crecer en el muy corto plazo. Si fuera tan fácil como subir los salarios para así crecer, entonces los países no tendrían recesiones, pues bastaría con subir los salarios cada vez que las economías pierden dinamismo.
M: En el corto plazo tenemos que reactivar la economía de alguna manera. Parafreaseando a Keynes, si no nos hacemos cargo del corto plazo todos estaremos muertos en el largo plazo.
A: En el Perú subir el salario mínimo no funciona porque solo un quinto de los trabajadores están en planilla. Lo único que se origina al subirlo es incrementar la informalidad. No se puede mejorar los salarios por decreto.
M: El problema con ustedes los neoliberales es que ven a los salarios solo como un costo. Desde esa perspectiva, en materia laboral lo único que hay que hacer es flexibilizar y reducir salarios, así creen que se mejora la competitividad y se fomenta la inversión.
A: Elabora tu tesis.
M: Los salarios cumplen un doble papel: son un costo, pero también una fuente de demanda. Ello introduce un elemento que está ausente en tu modelo: una reducción del salario real o en la participación de los salarios en el ingreso nacional va a afectar el consumo doméstico, pues la propensión marginal a consumir de los trabajadores es mayor que la de los capitalistas.
A: Tu argumento es falaz. Hace más de 50 años que Friedman, Modigliani y otros demostraron que la propensión marginal al consumo keynesiana no es válida, pues el ingreso corriente no es lo que determina el consumo, ni de asalariados ni de nadie. El problema es ¿quién les va a dar la plata a las empresas para que suban salarios en primer lugar?
M: No voy a entrar en disquisiciones teóricas, mejor veamos la evidencia empírica. ¿Cómo le fue a Europa con el ajuste fiscal post-crisis del 2008? Mal. ¿Cómo les fue a los países que implementaron políticas expansivas, como los Estados Unidos? Mejor. El propio Oliver Blanchard, economista jefe del FMI, hizo un mea culpa en el 2012 al reconocer que el FMI no debió haber promovido políticas de austeridad fiscal.
A: Sin duda que el gobierno debe de dar un impulso fiscal en el corto plazo e iniciar la Reconstrucción con Cambios. Pero, para sostener el crecimiento se requiere nuevas reformar estructurales que mejoren la productividad.
M: ¿Cómo cuáles?
A: Reforma del Estado para hacerlo más eficiente y ágil, mejorar los filtros de la inversión pública para que no haya más elefantes blancos, mayor flexibilidad laboral, reforma de la justicia para garantizar derechos de propiedad y cumplimiento de contratos, reforma de la educación y la salud para mejorar nuestro capital humano, entre otras.
M: O sea que propones echar empleados públicos a la calle, reducir beneficios laborales, acabar con los sindicatos, reducir salarios reales… no entiendo cómo puedes creer que ello va a promover el crecimiento.  

A: Parece que no nos entendemos…

viernes, 4 de agosto de 2017

El primer año de PPK

Nuestros economistas conversan sobre el primer año del gobierno de PPK. Aquí el diálogo entre Maynardo (M) y Adamo (A), quienes presentan algunas opiniones coincidentes y otras abiertamente discordantes.
Desempeño macro
A: Este primer año de PPK ha sido una gran desilusión. Anunció crecimiento y estamos con la producción estancada, ofreció formalizar y estamos más informales que nunca, prometió mejorar la situación fiscal y tenemos un déficit galopante, planteó destrabar la inversión pública y privada y ambas vienen en picada, se propuso mejorar en indicadores sociales y hemos retrocedido en anemia infantil…
M: Difícil no estar decepcionado... En los primeros cinco meses del año el crecimiento se redujo por debajo del 2% y hubiese sido menor al 1% de no haber sido por la astronómica recuperación de la pesca. Y no todo es culpa de los choques exógenos (el Niño costero y Lava Jato) que a menudo se usan como justificación. Ya antes de estos choques, la demanda interna se había paralizado, principalmente debido a la fuerte contracción de la inversión, pública y privada. Y lo peor es que no se aprecia un cambio de esas tendencias.
A: Mmm… no debemos minimizar el impacto de los choques. Creo que Alfredo Thorne tiene razón cuando señala que el Niño costero y los escándalos del Caso Lava Jato nos han restado 1.5 puntos porcentuales del crecimiento anual en el 2017. Y, por otra parte, la desaceleración en la producción minera le quitó otros 2 puntos porcentuales al crecimiento del 2017.
M: Pero ya se sabía que la minería iba a aportar cada vez menos al crecimiento. Asimismo, el gobierno no exhibe resultados en revertir la contracción en la inversión minera: 45% el 2016 y cerca de 10% en lo que va del 2017. Lo peor es que los precios de los metales están al alza y no somos capaces de aprovechar esta coyuntura favorable. Crecer 2% en el primer año de PPK es ciertamente una nota desaprobatoria.
Política tributaria
A: En política tributaria, creo que el gobierno fue muy inconsistente. El ofrecimiento de recortar el IGV solo generó controversia y nunca se ejecutó. Por su parte, la anunciada política de  supply-side economics (economía por el lado de la oferta) se hizo al revés: en vez de bajar el impuesto a la renta corporativo se subió. Confusión total. Y, dizque para formalizar, se lanzaron nuevos regímenes especiales del impuesto a la renta para las pequeñas y medianas empresas, generando más bien desorden e incentivos perversos.  
M: De acuerdo. Lo paradójico es que a pesar de la menor inversión pública, PPK termina su primer año con el mismo déficit fiscal que dejó Humala: 2.9% del PBI y este solo crecerá, debido a los menores ingresos y al ahora anunciado mayor gasto.
A: Al inicio de la gestión de PPK, la presión tributaria era 14% del PBI. El Gobierno se propuso aumentarla a 17% en los próximos cinco años. Al término de su primer año habrá descendido a 13% del PBI o incluso menos. El ajuste fiscal fracasó en reducir sostenidamente el déficit, y esto refleja los problemas con algunas modificaciones tributarias que no contribuyeron a formalizar, pero  pueden haber socavado la recaudación.
M: Así es.
Inversión privada y pública
A: El ministro Thorne le puso mucho énfasis a la reforma de los procesos de inversión pública cofinanciada con el nuevo Invierte.pe y la reforma del marco legal de APP y Pro Inversión. Hay que ver los resultados.
M: Las cifras hasta ahora son alarmantes: la inversión privada volvió a caer 5.6% el primer trimestre, mientras que la inversión del gobierno nacional disminuyó 14% entre enero y mayo. Creo que habría que hacerle caso a Jurgen Schuldt cuando propone incrementos sustanciales del poder adquisitivo de la población que irían directamente a la vena del consumo familiar, en particular, aumentar sueldos y salarios del sector público el salario mínimo.
A: Totalmente en desacuerdo. Sería un suicidio macroeconómico. Con Humala se produjo un descomunal incremento del gasto en remuneraciones: pasamos de gastar S/ 58,000 millones el 2011 a casi S/ 85,000 millones el 2016. Más bien, lo que debió haber hecho PPK es suspender y/o rediseñar algunos de los “elefantes blancos” dejados por Humala, que carecen de racionalidad económica (gasoducto del sur, refinería de Talara.
Mercado laboral e informalidad
M: En materia fiscal no nos entendemos, mejor cambiemos de tema… El fracaso de la propuesta de formalización ha sido estruendoso. En materia de reforma laboral no se ha instaurado el seguro de desempleo en sustitución de la CTS como se había anunciado.
A: Avanzar en materia laboral y de formalización ha sido mucho más difícil de lo que creyeron los técnicos de PPK al inicio. La reducción de los impuestos sobre la planilla como mecanismo de formalización, la masificación de las pensiones y el acceso universal a los servicios de salud han sido desafíos en los que no se ha avanzado.
M: El gobierno de PPK pecó de ingenuo, pensando que con “incentivos” se podría formalizar. Lo cierto es que la única manera de formalizar es con el “enforcement” de las normas. El incendio de Malvinas fue un choque dramático con la realidad laboral del Perú.
A: Discrepo que la solución sea una SUNAFIL policiaca y mayores sanciones. Como dice Carlos Ganoza, las reglas del mercado laboral peruano hacen que los trabajadores prefieran ser informales y que las empresas prefieran contratar informalmente. Lo que hay que hacer es defender la generación de trabajo formal y no los privilegios de la minoría de los trabajadores.
M: Parece que tampoco nos pondremos de acuerdo en este tema...
Indicadores sociales
M: La anemia infantil, que se había reducido de 56.8% a 41.6% entre el 2006 y el 2011, se incrementó hasta 43.5% el 2016. Y no se aprecia un cambio de tendencia.
A: Se ha retrocedido en estos indicadores. Se estima que cerca de 11 millones de peruanos podrían regresar a la pobreza, lo cual vendría acompañado de peores cifras de anemia, salud materno-infantil y estándares de aprendizaje escolar.

M: No queda otra que retomar el crecimiento y la generación de empleo.

viernes, 21 de julio de 2017

Crecimiento y Desigualdad

Nuestros economistas conversan sobre la desigualdad. Aquí el diálogo entre Maynardo (M), quien opina que es un freno para el crecimiento económico, y Adamo (A), quien opina lo contrario.

M: Es increíble que tras tanto debate académico, recién cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) se pronunció en favor de que la evidencia muestra que cuanto más concentrada está la riqueza menor es el crecimiento económico, entonces el tema parece finalmente zanjado.

A: Mmm… me parece que esta discusión no está zanjada. En algunos países, el crecimiento ha venido acompañado de menor pobreza, pero a la vez, de mayor desigualdad. Es decir, el ingreso de los no pobres creció más que el ingreso de los pobres. En otros países, el crecimiento ha disminuido la desigualdad, pero no ha reducido significativamente la pobreza. En estos casos, el crecimiento vino acompañado de una mejor distribución en el ingreso de los no pobres. Es complejo entender el impacto del crecimiento económico sobre desigualdad y pobreza.

M: Pero es un hecho que la desigualdad ha aumentado en el mundo desarrollado en las últimas décadas. Ello tiene perniciosos efectos sobre la movilidad social, hace frágil el crecimiento e incrementa la frecuencia de las recesiones en países con alta desigualdad.

A: Hace algunas décadas la teoría de Simón Kuznets estaba en boga: en las etapas iniciales del desarrollo, el crecimiento resulta en mayor desigualdad. Sin embargo, con el tiempo, en la medida en que los trabajadores emigran de la agricultura hacia la manufactura, la desigualdad empieza a ceder. Esto se conoce como la ‘U’ invertida de Kuznets.

M: Pero muchos estudios encontraron que algunos países sí lograban reducir desigualdad en periodos de crecimiento. Es decir, el impacto del crecimiento económico sobre la desigualdad en la mitad de los casos se parecía más a una ‘U’ normal que a una ‘U’invertida.

A: Efectivamente, esto hizo que se concluyera que no hay una relación simple entre crecimiento y desigualdad. En general, la evidencia sugiere que altos índices de desigualdad reducen el potencial del crecimiento en reducir la pobreza.

M: Múltiples investigaciones (Hovell, Bernstein, Kluger) muestran que a más desigualdad hay menor inversión en educación, con un efecto muy negativo en el crecimiento. La desigualdad reduce el crecimiento pues quienes concentran la riqueza son capaces de influir en políticas públicas que protegen sus intereses en lugar de animar inversiones productivas en capital físico, tecnológico, investigación y desarrollo. Asimismo, Galor y Zeira argumentan que cuando hay alta desigualdad
muchas personas hábiles dejan de educarse. 

A: Creo que los argumentos originales de Kuznets siguen siendo válidos: la desigualdad puede beneficiar al crecimiento en la medida que si la gente con mayor nivel educativo tiene mayor productividad, las diferencias en las tasas de retorno alentarán a más gente a educarse mejor. Segundo, una mayor desigualdad puede conllevar mayores tasas de crecimiento a través de una mayor inversión, dado que los grupos de ingresos altos suelen tener una mayor propensión a ahorrar e invertir.

M: Pero hay mucha evidencia que sugiere todo lo contrario: una mayor desigualdad reduce las oportunidades de los grupos de la sociedad menos favorecidos y, por lo tanto, la movilidad social, lo que limita el crecimiento económico potencial. En particular, un mayor nivel de desigualdad reduce las inversiones en capital humano por parte de los individuos de rentas más bajas si, por ejemplo, no hay un sistema de educación pública o de becas adecuado. Como decía mi abuela –muy retrógrada–educar a los ricos es innecesario, educar a los pobres es peligroso”. 

A: Para mí, la verdadera razón por la cual la desigualdad puede ser un freno para el crecimiento es porque a mayor desigualdad los gobiernos intervienen más en la economía y establecen políticas “dizque” prorredistributivas que terminan afectando el crecimiento. 

M: Tú siempre tan liberal y antirredistributivo...

A: Raghuram Rajan, actual gobernador del Banco Central de la India, publicó un libro en el 2010 donde mostraba que los gobiernos muchas veces responden a la desigualdad mediante el crédito barato a los pobres. Cuando esta burbuja de crédito revienta, toda la economía sufre por el ajuste posterior. Esto me trae a la mente el populismo de la banca de fomento en los 80…

M: No caigamos en caricaturas. Si estas políticas están mal diseñadas y son poco focalizadas o llevan a un despilfarro de recursos, ciertamente van a generar ineficiencias. Pero la redistribución no es negativa para el crecimiento per se.

A: Ok, Maynardo, acepto tu punto. Intervenciones que promueven la igualdad distributiva pueden ayudar al crecimiento, tales como gravar con impuestos actividades con externalidades negativas que sean pagadas por los ricos. Pero en América Latina y en el Perú, especialmente, casi no vemos este
tipo de intervenciones. La evidencia muestra que casi todas las intervenciones para atenuar la desigualdad terminan siendo anticrecimiento. 

M: Eso es pura ideología, Adamo.

A: Es pura lógica. Si la redistribución fuera buena para el crecimiento, entonces sería suficiente proceder a redistribuir para generar un círculo virtuoso de crecimiento y menor desigualdad. La mejor
herramienta contra la pobreza es el crecimiento y no la redistribución. Entre el 2004 y el 2013 más del 80% de la caída en la pobreza en el Perú fue por los mayores ingresos de la población. Los programas sociales explicarían menos del 20% de la caída de la pobreza.

M: Tú siempre tan pinchaglobos…

A: Soy un creyente en la igualdad de oportunidades no en la igualdad de ingresos. Las oportunidades deben ser iguales, los resultados de qué haga la gente con esas oportunidades, no. Como decía el
filósofo John Rawls: “si el entrepreneurship de una persona rica hace que los pobres mejoren, entonces el mayor ingreso de ese empresario está justificado”.

M: Yo sí creo que la desigualdad es un impedimento para el crecimiento, particularmente en países con instituciones débiles como el Perú. Redistribuir ingresos a través de los impuestos, las transferencias y las políticas sociales debe ser la prioridad de todo Gobierno.

A: Parece que no nos entendemos...